Ni siquiera ha terminado el octavo mes del año y, a día 22 de agosto, ya se han consumido todos los recursos naturales que nuestro planeta es capaz de regenerar para que la vida sea sostenible. En un año marcado por la reducción de la actividad en todos los puntos del planeta, debido a la pandemia originada por la COVID-19, hemos visto reducida nuestra huella ecológica pues nos ha dado tiempo a reflexionar sobre la importancia que cobra la naturaleza que nos rodea y ha aumentado nuestra conciencia ambiental, sin embargo, no es suficiente.
Este día al que nos referimos es denominado «Overshoot Day», o bien, día de sobrecapacidad de la Tierra. Que este año sea a finales de agosto demuestra que la Tierra no es capaz de seguir nuestro ritmo: ahora mismo en España se han consumido casi 3 veces los recursos del país, lo que quiere decir que no tiene la capacidad de regenerar los recursos utilizados en un año. Sin embargo, no todo son malas noticias: la primera es que la Huella Ecológica causada por la actividad humana se ha reducido en un 9,3% en lo que va de año. Cabe recalcar que ha hecho falta la llegada de una pandemia y una gran cantidad de cambios profundos, de obligado cumplimiento, para que el ser humano redujera su actividad en favor de la sostenibilidad. La segunda es que este año, por las mismas razones que presentábamos en el argumento anterior, se ha retrasado más de tres semanas esta simbólica fecha. Por lo tanto, el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra se celebró el pasado 22 de agosto, frente al 29 de julio de 2019.
Esta fecha no ha dejado de adelantarse desde 1970. En 1997, la Tierra consumió los recursos naturales que es capaz de regenerar en un año a finales del mes de septiembre. En 2016 el «Overshoot Day» fue el 8 de agosto, en el 2018 ocurrió el 1 de agosto y en 2019 el 29 de julio ya habíamos agotado todos los recursos que la naturaleza puede regenerar en doce meses.
¿Hasta cuándo podremos seguir forzando los límites del planeta?
No podemos vivir como si tuviéramos a nuestra disposición más de un planeta. En menos de ocho meses hemos utilizado más recursos naturales de los que el planeta puede producir en doce. El precio de este déficit ecológico es cada vez más evidente: tiene forma de deforestación, de sequías prolongadas, de erosión del suelo, de agotamiento de las pesquerías, de pérdida de biodiversidad, de contaminación de los océanos y, especialmente, de cambio climático.
Según el país, el impacto de su huella ecológica es mayor y, por tanto, necesita más recursos para mantener su estilo de vida. En esta gráfica, vemos la tendencia peligrosa que sigue nuestro país.
Un estudio publicado este mes en la revista Nature Climate Change advirtió que la caída sin precedentes de las emisiones durante el confinamiento de buena parte de la población mundial no servirá de «nada» si no se da un cambio sistemático en nuestro modelo de producción y consumo por otro más respetuoso con nuestro entorno en materia de energía y alimentación. Para insistir en ello, Global Footprint Network lanzó la campaña #movethedate (retrasar la fecha), asegurando, por ejemplo, que reducir 50% las emisiones de CO2 procedentes de la combustión de energías fósiles permitiría ganar más de 90 días.
Confiemos en que después del paso de la COVID-19 y de las reflexiones que ésta suscitó entorno a los modelos de sociedad, la humanidad sabrá sacar las lecciones de lo que esta pandemia evidenció. Porque este año, más que nunca, somos conscientes de que la salud de las personas está estrechamente relacionada con la salud del planeta.
(Fuente: Global Footprint Network)