Europa corre el riesgo de quedarse estancada en avances de circularidad, según AEMA

Europa ha venido haciendo -hasta cierto punto- sus deberes políticos en materia de circularidad. Pero en cuanto a efectividad real, corre el riesgo de quedarse atrás, y por eso debe realizar un nuevo esfuerzo. Así lo piensa la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), que expone en el reciente informe Acelerar la economía circular en Europaestado y perspectivas para 2024 la necesidad de “adoptar medidas decisivas para reducir drásticamente los residuos, priorizar la reducción del uso de recursos, aumentar las tasas de reciclaje y mejorar la introducción de productos diseñados para la circularidad desde el principio”.

Pongamos alguna cifra sobre la mesa: Según el informe, la tasa de uso circular de materiales (CMUR), que compara la cantidad de materiales reciclados utilizados en la economía en relación al uso total de materiales, es sólo del 11,5% en Europa (en el resto del mundo, hay que decir, es mucho peor, pues oscila sobre el 7,2% con tendencia decreciente).

Pero lo peor de este dato es que apenas ha variado en los últimos diez años. Entre 2011 y 2012 se produjo un aumento de un punto porcentual, y así se ha mantenido ejercicio tras ejercicio hasta 2022. Y este “estancamiento” está muy lejos, reconoce la AEMA, de lograr duplicar la tasa para el año 2030.

Menos dependientes

En el trasfondo del informe late, también, la encrucijada energética y de recursos en general que la guerra de Ucrania y la dependencia del comercio europeo con China ha puesto en evidencia en los últimos años. Por eso hace hincapié en “fomentar la independencia de recursos de la UE y reducir su importación”, lo que pasa, naturalmente, por la economía circular.

Europa, señalan, “continúa operando bajo un modelo predominantemente lineal, donde los productos comercializados tienden a tener una fase de uso relativamente corta”. Son modelos que “giran en torno a la producción en masa de productos, a menudo sacrificando la calidad, y esto produce un colapso prematuro o una obsolescencia prematura”.

¿Motivos de optimismo?

Aunque Europa ha experimentado fuertes aumentos en el uso de recursos vírgenes en el pasado, señala el informe, esta tendencia se ha estabilizado en los últimos años. El consumo total de materiales en 2022 fue un 2% inferior al del año 2000, mientras que el PIB de la UE aumentó en un 31% (Eurostat, 2023). Esto es lo que los expertos llaman “desacoplamiento” entre el consumo de recursos del crecimiento económico, lo que incluye una notable disminución del consumo de combustibles fósiles.

Hasta aquí, aparentemente muy bien. Pero no es circular todo lo que reluce. Si bien se observa la caída del consumo total de materiales, “esta mejora no tiene en cuenta la demanda creada por el consumo de la UE para la extracción de recursos en otros lugares”, es decir, traslada a otros países un problema que es global.

Y las importaciones globales para el suministro de algunas materias primas críticas, como el metal, los minerales y los combustibles fósiles en realidad están aumentando.

En consecuencia, dice la agencia, “desarrollar la economía circular es una parte crucial para abordar el triple problema planetario: crisis de cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación”.