La Unión Europea realiza esfuerzos tratando de frenar del cambio climático, consciente de sus consecuencias irreversibles, desde hace más de 20 años.
La entrada en vigor en 2005 del protocolo de Kioto marcó el inicio de una apuesta firme por la reducción de las emisiones de GEI que hoy continua con el Acuerdo de París y el Pacto Verde Europeo. El objetivo a largo plazo es lograr la neutralidad climática del continente y con ello limitar el ascenso de la temperatura global promedio 1,5 °C por encima de los niveles pre-industriales.
Teniendo en cuenta que los hogares generan un 20% de las emisiones globales de GEI en la Unión y que el transporte supone menos del 5%, queda claro que el mayor foco de generación de este tipo de gases corresponde a las distintas actividades industriales, destacando las industrias del acero, el cemento y los productos químicos que representan más de dos tercios de las emisiones industriales de dióxido de carbono en la UE).
Las soluciones técnicas viables a corto plazo pasan por capturar estas emisiones de CO2 y almacenarlas bien en depósitos de petróleo y gas agotados, acuíferos salinos, etc. Noruega cuenta con una amplia experiencia en el almacenamiento de CO2 ya que hace más de 20 años que almacena este gas bajo el Mar del Norte.
Las tecnologías más prometedoras en la captura de CO2 como son los bucles de calcio, donde se produce la carbonatación de oxido de calcio para fijar el CO2 (ver proyecto CLEANKER) o la tecnología de postcombustión por absorción (ver proyecto CEMCAP) serán herramientas muy útiles que nos permitirán ganar tiempo mientras se produce la transición hacia modelos energéticos y productivos más neutrales o positivos (cogeneración con biomasa y captura de CO2).
El principal reto al que se enfrentan estás tecnologías es la falta de una infraestructura que permita el trasporte del CO2 capturado desde las grandes industrias productoras hasta los emplazamientos de almacenamiento, normalmente situados lejos de estas, así como los elevados costes de inversión necesarios para poner en marcha este tipo de instalaciones, desincentivadas por los aún hoy bajos precios de emisión.