Educación y trabajo en la sociedad del conocimiento

Un debate muy recurrente en los últimos tiempos es la vinculación del mercado de trabajo y la educación. La educación juega un papel muy importante en la futura preparación a la vida profesional. Estos términos a los que se enfrenta la sociedad en su día a día están estrechamente vinculados. Una igualdad de oportunidades para el acceso a la educación y formación permite una mayor justicia social, por lo tanto, menos carencias educativas y mayores índices de empleabilidad. La posición contraria deriva en una situación que lamentablemente se vive en la actualidad y que conlleva un mayor índice de desempleo. Las limitaciones en el acceso a la educación no solo perjudican a la vida laboral sino también a la capacidad de inclusión en la vida social.

La cualificación de las personas es algo vital para que el flujo del mercado siga desarrollándose de forma adecuada. El rápido y constante cambio de la sociedad implica un continuo y permanente aprendizaje a lo largo de la vida. La digitalización, clave a día de hoy en el desarrollo y la estabilidad del mundo, cobra gran relevancia. Los trabajadores deben de estar debidamente cualificados para hacer frente a las demandas de trabajo ya que son instrumentos de selección para el acceso al empleo y a la promoción dentro de una profesión.
 
Para que esto siga su cauce de forma correcta es imprescindible comenzar por una educación básica general para todos para luego ir ascendiendo a formaciones superiores donde se trabajarán aspectos más específicos acorde al empleo. Existen ciertas competencias claves que se deberían trabajar y poner en práctica desde el centro educativo ya que se consideran un requisito básico y en las que incidiremos más adelante en este artículo.
Para lograr alcanzar el éxito en este aspecto, debe existir una mayor vinculación entre el sistema educativo y las empresas. Es necesario que todo el mundo esté en igualdad de oportunidades para acceder a la formación ya que eso no solo conseguiría aumentar la tasa de empleabilidad y tener a profesionales más cualificados, sino que reduciría la tasa de abandono escolar.La igualdad de oportunidades conlleva una justicia social que necesitamos desde hace tiempo atrás. La sociedad está en continuo cambio, para estar debidamente formados con respecto al tiempo en el que vivimos se hace vital un aprendizaje permanente y a lo largo de toda la vida.
 
Poco a poco la tecnología se ha introducido cada vez más en nuestras vidas. Conforme ha ido avanzando, avanzamos nosotros con ella. Los medios de comunicación han cambiado radicalmente. Ya no se utilizan cartas, el código morse ya casi ni se nombra, los teléfonos fijos en los domicilios resisten cada vez en menor medida… Pero no solo eso, han cambiado nuestra forma de trabajar. Incluso han desaparecido puestos de trabajo que han sido relevados por máquinas. Nuestra forma de vivir ha sido modificada en su totalidad.

A lo largo del tiempo se ha pasado por tres revoluciones Industriales y en la actualidad nos encontramos en la cuarta, la revolución digital. Con esta revolución comienza la problemática de la mecanización del trabajo. Debido a esto nos enfrentamos a situaciones como la desaparición de puestos de trabajo y con ello un mayor desempleo.
 
¿Cuáles son los ejes en las relaciones de trabajo en esta nueva era? Francisco Trillo Párraga las resume en una frase en su estudio “Economía digitalizada y relaciones de trabajo”:

 
“Automatización, acceso digital al cliente, conectividad e información digital se convierten en los ejes sobre los que está girando la transformación de la economía”     

 
La principal característica de esta revolución es la digitalización, lo que supone la polarización de los trabajos, es decir, aquellos que se caracterizan por ser repetitivos, suponen gran esfuerzo físico o aquellos trabajos que conlleven manejar sobre todo gran cantidad de datos, acabarán desapareciendo porque serán sustituidos y reemplazados por robots.
 
Hasta el momento actual en el que nos encontramos, los seres humanos hemos sido capaces de crear más puestos de trabajo que los que ha logrado aniquilar la tecnología. Sin embargo, cada día aparecen nuevos ejemplos de cómo las nuevas tecnologías están emergiendo de manera creativa para crear nuevas empresas, a costa de la destrucción de otras que daban trabajo a muchas más personas. Blockbuster, cadena de tiendas física especializada en alquiler de cine y videojuegos, fue empujada a la bancarrota por no poder competir contra Netflix. La empresa contaba con 60000 empleados frente a los 30 trabajadores de Netflix. Este ejemplo solo es uno de muchos otros que se podrían citar en torno a la desaparición exponencial de empleos, cada vez más acelerada, que están sufriendo todos los países desarrollados. Entre los empleos en extinción se podrían citar los ascensoristas, los obreros de fábricas manufactureras, las operadoras…pero, no solo afecta a los trabajos que se realizan de manera manual, los banqueros, los agentes de viajes, los periodistas, etc. Lo que más llama la atención, y además deja un sentimiento de intranquilidad, es el hecho de que casi no hay profesiones que se salven de la automatización del trabajo.  

La inteligencia artificial ha dejado a numerosos trabajadores fuera de juego y el único camino que queda es admitir que el panorama ha dado un giro completo y que los humanos debemos reinventarnos. Estamos en el punto de inflexión del desafío que presenta el desempleo tecnológico y, ante todo, lo más importante es ser conscientes de ello para poder prepararnos mejor antes de enfrentarnos a esta nueva realidad. Con ello, es imperativo destacar que lo más importante no van a ser los conocimientos adquiridos sino la automotivación y las soft skills como por ejemplo la capacidad para detectar nuevas oportunidades o la resolución de problemas.
Los empleos del futuro se van a volver cada vez más dependientes de la voluntad y la iniciativa que le ponga el propio individuo. Solo aquellas personas que se superen constantemente y se adapten al cambio serán capaces de prosperar en el mercado laboral. La palabra clave en este contexto es, sin duda, la adaptación. Los estudiantes de hoy acabarán trabajando en carreras que aún no existen. La aceleración tecnológica hará que este hecho sea común y, debido a ello, lo importante no es lo que sabemos sino lo que podemos llegar a hacer con lo que sabemos. En este futuro mundo cambiante, las habilidades denominadas como “blandas”, serán mucho más importantes que la memorización de hechos históricos y la sintaxis de oraciones. Se debe preparar al estudiante en destrezas que le permitan sobrevivir en un entorno cambiante.
 
Por otro lado, existirán nuevos empleos de los que surgirán nuevas profesiones. Por ejemplo, el paso de la producción individualizada gracias a las impresoras de tecnología 3D necesitará más diseñadores. Si seguimos con esta misma profesión, los diseñadores no solo harán creaciones de productos, sino que crearán estilos de vida debido a que a medida que pase el tiempo los trabajos serán más flexibles y se reducirá la jornada laboral. Habrá más tiempo para el ocio y mayor necesidad de trabajadores de industrias creativas. Actualmente lo estamos comprobando con la demanda masiva de plataformas como Netflix, HBO o Amazon y también es fruto de este fenómeno el resurgir de los deportes.
 
En la sociedad del conocimiento, en la que nos encontramos, son muy importantes las cualificaciones profesionales de las personas.  La sociedad avanza, las tecnologías avanzan, las necesidades fluctúan, todo está en constante cambio y para ello es importante el aprendizaje permanente. Mantenerte a la orden del día, enriquecer tu saber, saber adaptarte al cambio, reciclarse en algo que debería ir de la mano de todos y cada uno de los integrantes de esta gran sociedad. Las competencias transversales vuelven a salir a colación. Estas habilidades están tan demandadas como la formación en conocimientos técnicos y metodológicos. Como último apunte recalcar la importancia de trasmitir estas ideas ya que ahora mismo son necesarias y fundamentales para fomentar una economía competitiva.