Cómo impulsar la circularidad de la industria textil

  • Fabricar prendas reutilizables, fomentar la producción de cercanía o utilizar materias primas de origen orgánico o reciclado son algunas claves para reducir el impacto medioambiental de la industria de la moda.

 

Se calcula que la huella de carbono relacionada con la producción de una camiseta de algodón es de unos 2,1 kg de CO2, y, si se utiliza poliéster, la cifra aumenta hasta los 5,5 kg. Además, la producción textil de algodón utiliza el 4% de agua de toda la extracción mundial anual. Por tanto, la industria debe promover la elaboración de productos sostenibles que ayuden a reducir tanto la huella de carbono como la huella hídrica.


Desde TÜV SÜD, proponen cinco iniciativas para mejorar la circularidad de las prendas, es decir, “el proceso que desemboca al final de la vida útil en el reúso, reciclado o descomposición de la prenda original”:

  • Diseño reutilizable y/o reciclable de las prendas. El primer paso tiene que ver con la concepción y diseño de las prendas. La elección de los materiales y proveedores se debe plantear teniendo en cuenta la posibilidad de dar un nuevo uso a la misma al final de su vida útil.
  • Producción de cercanía y fuentes de energía renovable. Idóneamente la producción de la materia prima, la hilatura o el tinte deberían estar cerca del consumidor final. Si bien esto puede ser utópico, hay que reducir en la medida de lo posible las distancias para optimizar los procesos. Además, conviene utilizar fuentes de energías sostenibles como sistemas de ciclo cerrado como, por ejemplo, la biomasa.
  • Uso de materias primas de origen orgánico o reciclado. Es recomendable elegir fibras de origen orgánico contrastado o procedente de otros materiales reciclados porque las prendas fabricadas con poliéster suelen proceder de botellas de plástico que, posteriormente, se convierte en residuos. También se pueden usar fibras de origen vegetal como la celulosa, que logra reducir la huella ambiental considerablemente, o bien de algodón reciclado, que necesita menos agua para producirlo mediante su cultivo.
  • Producción en fábricas monitorizadas por iniciativas como el ZDHC y la SAC coallition. Reducir el impacto medioambiental también pasa por utilizar químicos que no provoquen sustancias nocivas para el medio ambiente y que sean tratadas adecuadamente.
  • Impulsar la compra de ropa de segunda mano. El fast fashion tiene cada vez más detractores, y este tipo de consumo se está promocionando mucho en distintas plataformas y aplicaciones. Actualmente, algunas marcas están implantando nuevas iniciativas sostenibles como, por ejemplo, la recogida de prendas desechadas por los clientes, pero debemos ser capaces de discernir entre los productos realmente sostenibles y aquellos que solo fingen serlo como herramienta de marketing: un fenómeno conocido como greenwashing. Aunque lo cierto es que, de momento, el porcentaje de prendas que se reconvierte de nuevo en una nueva pieza es muy limitado: se calcula que el 1% del total recogido.

FUENTE [RESIDUOS PROFESIONAL]